Perros que curan

martes, 5 de mayo de 2009

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Una empresa desarrolla una terapia para frenar demencias asociadas a la vejez con la ayuda de canes entrenados con tal fin; más de 200 ovetenses, sobre todo mayores, han recibido ya su ayuda
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De un tiempo, la medicina está abriéndose a nuevas terapias. Que la música amansa a las fieras era algo que estaba en el saber popular. Hoy gobiernos, como el del Principado, financian la musicoterapia. Al igual que las notas y los ritmos van bien para los momentos de estrés, la gente también sabe que un perro es un gran compañero. Cuidarlo les hace a los jóvenes más responsables y recibir su cariño ayuda a los mayores a estar más contentos y, además, salir más a la calle. En Oviedo más de 200 usuarios de centros de día y residencias de la tercera edad reciben terapia asistida con estos animales, financiada por el gobierno autonómico.
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«No se trata de mascotas», eso quiere dejarlo claro Juan Luis Pellitero, inventor del método que lleva su nombre y que se basa en la capacidad de los perros para interactuar con las personas que tienen dificultades. «Son terapeutas entrenados (los perros) durante 3.500 horas y que junto a un terapeuta-guía (el humano) son capaces de mejorar el 'funcionamiento' de las personas con deterioro cognitivo o con demencia». Para que quede claro, hablamos, por ejemplo, de procesos asociados a la vejez y enfermedades como el alzheimer. Sobre esta última, la empresa dueña de los perros de terapia, Integra Procedimientos Terapéuticos, está realizando un estudio que establecerá el grado de incidencia de los cánidos en el proceso de la enfermedad.
Durante más de 15 años de estudio y trabajo, esta empresa que realiza sus terapias en las residencias y centros de día del Naranco, de El Cristo y también en Santa Teresa, asegura que aplicando sus técnicas de «manera continuada y mediante un programa definido, se disminuye el ritmo de progresión de los procesos degenerativos asociados a los pacientes con deterioro cognitivo o demencias».
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Pero ¿Cómo lo hacen? Estos canes han aprendido a estimular al usuario y con una orden de su guía -el perro nunca actúa solo- lamen las manos y rozan su cuerpo contra las piernas de la persona a la que atienden. Gracias a esta sencilla operación, usuarios a los que les cuesta socializar, reciben y dan cariño al instante. Después pasean, y el paciente controla al perro. Así se trabaja la autonomía y las capacidades ejecutivas, «algo que después vale para el día a día». 3.500 horas de formación dan para mucho, y Pellitero asegura que sus canes «son capaces de reconocer el estado anímico del usuario» y gracias a ellos, el terapeuta-guía que lo acompaña y que suele ser un psicólogo, también sabe cómo se encuentra la persona a la que tratan.
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Además de los centros geriátricos, estos perros atienden dos casos individuales. Una de sus usuarias, cuyo nombre ficticio es María (prefiere permanecer en el anonimato), sale dos horas a la semana a pasear con un perro terapéutico por el Campo de San Francisco. «Nova, hola, Nova», saluda al can. A María le cuesta salir de casa y gracias a una golden retriever lo hace encantada. Nova le aporta «implicación e iniciativa, fomenta su atención, su concentración y la estimula».
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La empresa cuenta con cuatro perros y ya ha formado a profesionales y canes para que apliquen estas técnicas en otras comunidades autónomas. Juan Luis Pellitero pretende crear un centro de formación y que este método pueda llegar a más pacientes. Al igual que María, seguro que estarán esperando la llegada de un animal que, además de darles cariño y aliviarles el estrés, sea capaz de ayudarles en sus terapias.
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03.05.09 - MIGUEL LLANO OVIEDO
Foto: J. DÍAZ
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