VIF. Virus de Inmunodeficiencia Felina.

domingo, 5 de abril de 2009

Por desgracia, la inmunodeficiencia felina es una enfermedad bastante común en los gatos. Se trata de una enfermedad crónica, en ningún caso contagiosa para el humano u otros animales domésticos no felinos. Son mucho los gatos inmunos que necesitan un hogar, y no por tener esta enfermedad debemos dejarlos de lado, al contrario, ya que su vida corre mucho más peligro en la calle, expuestos continuamente a todo tipo de infecciones.


Y como la mejor forma de prevenir y luchar contra una enfermedad es informarse sobre ella, aquí os dejo un pequeño resumen:


El Virus de La Inmunodeficiencia Felina es una enfermedad producida por un virus perteneciente a la familia de los Retrovirus, concretamente de la subfamillia Lentivirus. El VIF destruye de modo progresivo el sistema inmunológico del animal, afectando principalmente a los linfocitos T coadyuvantes, que generan señales a otros linfocitos T (citotóxicos) necesarias para la destrucción de los agentes externos. El principal problema de esta enfermedad es que hace a los felinos más susceptibles a otras enfermedades oportunistas, que aprovechan las bajas defensas del animal para desarrollarse.


Transmisión: el método principal de transmisión es mediante la mordedura del animal, ya que el virus se encuentra en una alta concentración en la saliva. Es también posible el contagio de gatitos pequeños durante el periodo de lactancia si su madre está infectada. Es importante destacar que esta enfermedad sólo puede transmitirse de gato a gato, en ningún caso, los humanos u otros animales (no felinos) pueden ser contagiados.


Desarrollo de la enfermedad: tras ser infectados, el animal pasa por una fase aguda, donde los signos de la enfermedad son prácticamente invisibles (diarrea, depresión, inflamación de ganglios linfáticos...) A continuación, la enfermedad puede permanecer latente durante años. En caso de que ésta se desarrolle, los principales síntomas son pérdidas de peso intermitentes, anemia, fiebre e infecciones recurrentes, entre otras.


Diagnóstico: se realiza mediante la determinación de anticuerpos anti-VIF en sangre utilizando técnicas inmunológicas, principalmente ELISA. Hay que tener en cuenta que el diagnóstico tras una infección no puede ser inmediato, sino que es necesario que transcurran aproximadamente 8 semanas para que los anticuerpos sean detectados.

En el caso de animales de menos de 6 meses, pueden dar falsos positivos, debido a la transferencia de anticuerpos maternos, por lo que es recomendable repetir la prueba al cabo de otros 6 meses.


Tratamiento: No existe un tratamiento específico del virus, pero sí se puede mejorar la calidad de vida del animal mediante un riguroso control en cuanto a desparasitación y alimentación, con el objetivo de proteger al gato de cualquier agente infeccioso. Es además muy importante evitar el contagio de la enfermedad por otros gatos, aunque el aislamiento de los gatos enfermos no es necesario si pueden evitarse las peleas entre los animales, de ahí que una buena medida preventiva sea la castración del animal para evitar peleas territoriales.

El hecho de que a un gato le sea diagnosticada esta enfermedad no es una causa para plantearnos su sacrificio, ya que el animal puede vivir muchos años sin desarrollarla y con una buena calidad de vida.


Y ahora una maravillosa página web donde os informa de la enfermedad, allí os esperan muchos gatos inmunos en adopción, Inmunitos.